Y ustedes ¿quién dicen que soy yo? (Mt 16,15)
¿Pueden definir los otros quién soy yo? ¿Cómo deciden los otros quién soy yo? ¿Qué lo autoriza a usted a decir algo sobre mí? Es una pregunta muy peligrosa que ya se habían hecho mujeres decisivas en la historia del pensamiento como Simone de Beauvoir, Hannah Arend, Simone Weil, Ayn Rand. Esto sucede en la época más oscura del totalitarismo (1933-1943), sobre quienes acaba de escribir un libro el filósofo Alemán Wolfram Eilenberger, (2021), editorial Taurus.
Dos cosas han quedado claras con la pandemia y éstas mujeres en la Filosofía: Primera, sin libertad no vale la pena vivir. Segunda, la libertad viene con el otro, de cara al otro. El otro es quien cuestiona y me confronta en la cotidianidad de la vida. Cuando me encuentro con el otro, mi libertad queda amenazada. La pregunta es ¿qué papel juega el otro en mi libertad? Nuestra identidad permanentemente está amenazada.
Lo que está en juego es la condición de la libertad humana. Lo que está en tela de juicio es la pluralidad, el derecho a la diferencia y el advenimiento del totalitarismo; fenómeno al que con altura, vida y actividad filosófica, desde distintos ángulos, enfrentaron éstas mujeres determinantes para la época más oscura de Europa occidental, 1933-1943.
Desde el punto de vista ético y trayendo a relación a autoras dedicadas a la ética cosmopolita y del cuidado, como Adela Cortina y Victoria Camps, es posible afirmar que el mal no es sólo infringir un daño al otro, sino que es sobre todo la negación del hecho de que los otros son plural. Los otros no pueden decidir e indicar quién soy yo; esa es una afirmación peligrosa, totalitarista.
Desde el punto de vista matemático, la ecuación entre la libertad y el yo han quedado saldadas en la experiencia vital de éstas 4 filósofas. Leerlas, conocer sus mundos, su experiencia vital y filosófica, puede cambiar totalmente nuestro mundo, llevarnos a otro sitio. Recordemos por ejemplo que filósofas poco conocidas como S. Weil fue a la guerra y quiso ser paracaidista; criticó con vehemencia el totalitarismo de izquierda y donaba su sueldo de profesora a los más necesitados. A todas les costó ser aceptadas como pensadoras, pero se convirtieron en una voz poderosa. Todas pensaron el problema del yo interno y se hicieron la pregunta de si era preciso abolir el yo interno o al contrario si es el yo interno el que te hace libre. A esto es lo que podríamos llamar un egoísmo ilustrado.
El que tenga oídos para oír, oiga. (Mr 4, 10-12)
Bibliografía: Eilenberger, W. (2021) El Fuego de la libertad. La salvación de la filosofía en tiempos de oscuridad 1933-1943 España, editorial Taurus.