La tortuga es un animal que por su aspecto tiene un leve parecido a un morral en los que suelen llevar libros y cuadernos los escolares. Entre los estudiantes y en las aulas de clase de algunas regiones colombianas, como parte de la dinámica escolar se hacen entre los estudiantes una charla, broma o quizás, un tipo acoso escolar. A esta práctica que han dado en llamar “el tortugazo” o empanada para el caso del Valle del Cauca. Los estudiantes de secundaria media vocacional son estudiantes que rondan los 16 o 17 años, es decir, deberían tener cierto grado de madurez en la forma de relacionarse y hacer bromas, propias de su edad, puesto que ya están en grado 10 y 11 como preámbulo a la universidad. Los estudiantes de la básica secundaria son jóvenes que rondan los 14 o 15 años de grado 8º y 9º. Podríamos afirmar que aún las bromas que tienen entre sí son un tanto infantiles, quizás despiadadas. Entre ellos casi siempre son sencillamente bárbaros, despiadados, sin compasión. ¿Es esto parte de la condición humana o responde a situaciones emocionales?
Recién pasada la pandemia, 2022, en Colombia empezamos la presencialidad escolar plena, al 100%. Cuando los estudiantes volvieron a la normalidad, una maestra de grado once contó en una sala de profesores, con cierto asombro, que entre los grados once se habían hecho un tortugazo, lo cual es “normal” que suceda, pero entre estudiantes de grados inferiores, 8º o 9º y no en un 11º, grado avanzado, último de la básica secundaria.
La reflexión que hacía la profesora estaba relacionada con un hecho matemático de proporcionalidad. Su extrañeza nos hacía una reflexión pedagógica sobre la incidencia de la pandemia y el estudio en casa de los estudiantes. El atraso escolar no era solamente académico, matemático, sino también comportamental. No es normal un tortugazo en un grado once, mientras si lo puede ser en un grado octavo o novenos. Conclusión los estudiantes de once tienen actitudes de uno de 8 o 9, es decir 2 años menos. Nos devolvimos.
La pandemia lleva dos años, “hasta en eso nos estancamos”, exclamaba desde su escritorio la profesora. La pregunta desde pedagógico es ¿Qué acciones, qué cambios pospandemia debemos hacer en la educación para nivelar acciones disciplinarias, comportamentales y emocionales que se evidencian como un obstáculo epistemológico?
La repuesta es que debemos dedicar un tiempo considerable a reponer y superar la soledad y encierro que vivieron los niños y niñas durante la pandemia. Me refiero a que por ejemplo deberíamos retomar e incrementar las actividades al aire libre; retomar por lo menos dos, tres o tres horas de educación física en días diferentes donde los niños y niñas tengan mayores espacios de recreación y menos encierro. Los descansos deberían temporalmente extenderse un poco más para permitir mayor espacio de relación y diálogo, de tal manera que puedan disminuir algunos obstáculos epistemológicos de aula que surgen pos pandemia.
Las actividades deberían estar cargadas de buen cine, música, baile, teatro u otras acciones como pintar, dibujar etc. que retoman espacios de vida y libertad. Espacios más vitales, menos académicos, menos coercitivos y punitivos, quizás infructíferos. Por lo menos así lo deja ver como indicador inequívoco el tortugazo de once.