Un reciente estudio de la Fundación Universidad del Norte, desarrollado por Domingo José Martínez, permite concluir que hay una cultura de exaltación al consumo de alcohol que viene desde el núcleo familiar. El 81% de las personas que fueron estudiadas, afirmaron que en una reunión familiar no puede faltar el consumo de licores acompañado de música, ya que consideran que estas actividades sociales forman parte de su cultura. También se determinó que la sociedad acepta y promueve el ofrecimiento y el consumo de licor a menores de edad como parte esencial de cualquier celebración o reunión, siendo los familiares, en primera instancia, los que más ejercen influencia en el consumo.

La cultura es definida por Martínez como un entramado de ideas, actitudes, creencias, costumbres y normas que se transmiten de generación en generación y construyen el ambiente del ser humano donde se desenvuelve. La cultura entonces, se constituye por una serie de valores adquiridos que la sociedad acepta como un todo y transfiere a sus miembros a través del lenguaje y símbolos sociales.

También esta investigación estableció que los valores culturales ejercen una determinante influencia en los patrones de compra y de consumo, y que las estrategias de mercadeo centran sus mensajes promocionales en los valores culturales de los posibles consumidores. Por ejemplo, la marca Marlboro presentó como eslogan “El hombre Marlboro” para vender sus productos a aquellos individuos que se identifican con valores relacionados con la vida independiente y ruda de los vaqueros, mientras que la industria cervecera ha centrado sus campañas en aspectos como la diversión, la juventud y el placer de vivir, por lo que el consumidor no solo adquiere el producto en sí, sino también un estilo de vida con el que se identifica y quiere mostrar en sociedad a través de la adquisición y el consumo.

La cultura, entonces, no sólo se constituye por los valores, tradiciones, costumbres, y hábitos de una comunidad, también hacen parte de ella la conciencia y la necesidad de posesión de determinados objetos que sugieren estatus y tienen cierto significado que la sociedad establece. Los productos son símbolos asociados a la cultura de quien los posee.

En este orden de ideas, se puede afirmar que existe una cultura que promueve el consumo de licor para generar un reconocimiento social entre los individuos, siendo el uso del alcohol, fomentado, no solo por las campañas publicitarias en los medios de comunicación, sino también por la comunidad, concibiéndola como una práctica aceptada y exaltada socialmente, además de brindar una especie de falso bienestar y estado de “conciencia de felicidad”, arrojando una conclusión falaz y peligrosa: “No se puede ser feliz sin alcohol”.

Lo grave del asunto es que el consumo de licor, al ser promovido por la familia, establece modelos de conductas perniciosas para los menores de edad, quienes desde chicos normalizan estos patrones y van adoptando perfiles nocivos tomados de sus familiares, representando un alto riesgo de consumo, abuso y dependencia al alcohol debido a la exposición gratificada por la sociedad que les rodea.

Una reciente investigación presentada por Marcela Albarracín y Liliana Muñoz, reveló que el 93.9% de los universitarios bumangueses aceptaron consumir alcohol frecuentemente. También afirmaron que se iniciaron en esta práctica en una edad promedio de 14 años, alentados por amigos y familiares, siendo una actividad exaltada y normalizada en el entorno que les rodea.

Otros estudios brindan datos alarmantes sobre el consumo de licor y la cultura de exaltación hacía esta práctica. En Colombia, la Dirección Nacional de Estupefacientes y el programa RUMBOS de la Presidencia de la República reportaron que el 88% de los jóvenes bogotanos entre los 10 y los 24 años consumen alcohol alentados por familiares y/o amigos y que aproximadamente el 90% de los escolares de secundaria de diferentes sectores de Bogotá consumía algún tipo de bebida alcohólica (aguardiente, vino, cerveza, etc.) dentro de sus celebraciones. También se encontró que el 81% de la población colombiana se embriagaba y la edad más frecuente de inicio de consumo eran los 15 años de edad, siendo una actividad normalizada entre familiares y amigos.

En este mismo sentido, El Ministerio de Protección Social de Colombia, realizó un estudio en el año 2003, en 5.245 instituciones educativas públicas y privadas de ciudades capitales, para determinar la magnitud, patrones y condicionantes de consumo de alcohol en jóvenes escolares del grado séptimo en adelante. Los datos obtenidos permitieron establecer que el 74.9% de jóvenes colombianos ha consumido alcohol y el promedio de la edad de inicio fue de 11.19 años. También se encontraron otros interesantes datos como los siguientes:

  1. La familia aparece como promotora del consumo; los padres lo facilitan porque consideran que es una práctica normal y hace parte de su cultura.
  2. Los menores de edad adquieren alcohol fácilmente, ya que es legal, es promovido por los medios de comunicación y su consumo es normalizado y exaltado por la sociedad.
  3. Existe una marcada relación entre el consumo de licor y problemáticas de índole escolar como: deficientes desempeños académicos y comportamentales, inasistencia a clase, deserción y evasión del compromiso académico.
  4. El alcohol está relacionado con embarazos no deseados, abortos y maltrato intrafamiliar.

Con relación a lo anterior, El Ministerio de Salud y Consumo Español, para el Plan Nacional sobre Drogas, señaló en una reciente investigación, que el consumo de alcohol es uno de los principales factores que se relacionan con problemas de salud en los individuos y sus poblaciones, y que las consecuencias tienen un gran impacto también en otros aspectos del ámbito social. Se estableció que el alcohol guarda estrecha relación con el desarrollo de distintas enfermedades, además de generar diferentes casos de violencia, maltrato y conflictos familiares y sociales. También tiene incidencia en la deserción escolar y universitaria, y a su vez, representa un factor determinante en accidentes de tránsito, laborales y domésticos.

Por consiguiente, las autoridades españolas determinaron que se deben iniciar campañas de promoción y prevención para disminuir y desincentivar el consumo de licor, ya que consideran urgente impactar en la sociedad para generar cambios en los ámbitos culturales, sociales y económicos, los cuales tienen injerencia directa en el patrón de consumo. Este estudio también afirmó que el principal foco de atención debe ser el núcleo familiar, debido a que se encontró que, en este espacio, como en el grupo de amigos y compañeros, se induce al consumo de bebidas embriagantes a edades tempranas, todo en un marco cultural de aceptación y exaltación a dicha práctica.

Helena Salgado, Ministra de Sanidad y Consumo de España, afirma que las familias toman una actitud displicente ante las consecuencias del consumo de alcohol por parte de menores de edad, por lo que dar a conocer la extensión del consumo de licor, sus consecuencias y desmitificar su uso y abuso, son parte de la intervención social que se debe emplear en la campaña de la erradicación de la cultura de la exaltación al consumo de bebidas embriagantes.

En conclusión, la cultura imperante en la sociedad es un factor determinante en el consumo de alcohol. La familia y el grupo de amigos más cercano a los menores de edad se convierten en la principal influencia que incentiva a su uso. El fomento al consumo de alcohol en menores de edad por parte de medios de comunicación, industria de licores, familia, amigos y toda la sociedad en general, imponen mecanismos de aprobación social sobre el individuo que desea ser aceptado en comunidad, por lo que una verdadera campaña contra el consumo de licor debe enfocarse en erradicar la cultura de la exaltación.

 

 

Referencias:

Albarracín Ordoñez, M., y Muñoz Ortega, L. (2008). Factores asociados al consumo de alcohol en estudiantes de los dos primeros años de carrera universitaria. Liberabit, 14(14), 49-61. http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1729-48272008000100007&lng=pt&tlng=es.

Martínez Díaz, D. J. (2003). La cultura del consumo de licores en Barranquilla. Pensamiento y Gestión, (14), 146+. https://link.gale.com/apps/doc/A152759459/IFME?u=uscali&sid=bookmark-IFME&xid=14f8c097

Ministerio de Sanidad y Consumo. (2007). Informe sobre el alcohol. España: Comisión Clínica de la delegación del gobierno para el plan nacional sobre drogas.  http://www. pnsd.msc.es/Categoria2/publica/pdf/InformeAlcohol.pdf .

 

consumo de alcohol en menores de edad